Mini dv Historias Extraordinarias

Mini DVs Historias Extraordinarias (Mariano Llinás, 2008)
116 cassettes Mini DV con todo el material en bruto filmado para la película 
Duración aproximada: 7000 horas de material grabado                                                                                               

La Torre

Si la Torre de Babel buscaba llegar al Cielo y parecerse a Dios, la Torre de Historias Extraordinarias (Mariano Llinás, 2008) parece anhelar un destino solo en apariencia más modesto, en tanto confía que si apila esos cassettes Mini dv podrá lograr la alquimia de que lo pequeño alcance la dimensión de lo gigante. La Torre tiene, a su lado, una leyenda que aspira a describirla: 116 cassettes, 7000 horas de grabación.

Quizás esa supuesta neutralidad, que parece limitarse a ponerle números a lo anormal, no sea tan distraída y contribuya a perfilar una sorprendente fórmula que busca lograr un concepto adicionando excesos: la descomunal altura de la Torre que trepa como una enredadera buscando la luz sin importarle si es solar o fluorescente y la multitud de cassettes, esa tropa vertical que ha asumido su insólita mutación en ladrillos, apiñados y rotulados con la premura del rodaje infatigable, como si en sus lomos quedará escrito -con distintas grafías y tintas- que hay que dejar paso a otro, porque siempre hubo que dejar paso a otro, y a otro, y a otro, y así hasta que lo desmesurado del proceso alcance lo extraordinario de la narración.

En esos cassettes -dice la leyenda, en su triste destino de indicar lo inasible- están contenidas esas 7000 horas y esa cifra de lo aluvional se anuda con otros códigos que los lomos enumeran como si quisieran tarifar el infinito del espacio en locaciones -“Hotel Azul”, “Trenque”, “Dolores”, “Federación”, y así siguiendo- o el infinito del tiempo en lo sucesivo a saltos, indetenible e infatigable, al encimarse como al descuido:”1”, “2”, “7”,“¡Ultimo!”-, pero siempre persiguiendo su afán indómito.

La Torre ha encontrado, en su imponencia, su modo de hacer ver en altura la expansión del tiempo de sus historias, de que esa verticalidad haga de lo extraordinario de sus tramas y sus géneros un gesto, una marca que quiebre la horizontalidad de las vitrinas con las que comparte un ambiente del Museo, pero como un roomate inquietante, siempre vigilante, a primera hora de la mañana y altas horas de la noche.

Desde su perspectiva elevada mira todo y a todos desde arriba, mira la Historia que la rodea y las historias que la rodean, tan extraordinarias como ella pero otras, nacidas en otro tiempo y otro cine, con las que es capaz de hablar y contarle sus métodos y sus proezas, sus ríos y sus leones y sus apuestas.