Foto de Fanny Navarro por Sivul Wilenski

Fanny Navarro
ca. 1940 Sivul Wilenski

copia en positivo del negativo de placa de vidrio al gelatinobromuro. 
12 x 17 cm. 

Fanny Blonde

La foto de Sivul Wilenski en la cual descubrimos sorpresivamente una autóctona Fanny bajo una melena rubia ondulada esconde un episodio que los biógrafos han decidido dejar en el olvido o, mismo diría, borrarlo de la historia de la morocha Navarro.
Ocurrió que el agente estadounidense Bruck Huroch realizó especialmente un viaje a Buenos Aires con el objetivo de descubrir una actriz rubia que debería interpretar el rol de la hija de Joan Blondell en El regreso de la mujer fantasma. Después de visitar varios rodajes, Huroch llegó a la conclusión de que la actriz rubia argentina con rostro criollo y melena dorada no existía. Fue entonces cuando Sivul Wilenski entró en escena.

El experimentado fotógrafo decidió fotografiar a Fanny en una versión de rubia hollywoodense. La ilusión fue totalmente creíble, la actriz podría ser perfectamente la hija de Joan Blondell o la hermana de Una Merkel. Una vez teñida, los acontecimientos se precipitaron. De un día para el otro se enfrentó a una profesora de inglés que intentaba con mucho esfuerzo ingresar en su mente el idioma en el que actuaba Loretta Young.

Con el inglés en la punta de la lengua y vestida por Vanina de Var, Fanny partió hacia el norte sin entender muy bien lo que le esperaba y qué significado tendría en su vida esa experiencia. Su instalación allí fue sucedió como un sueño cuando se concreta. El encuentro con Joan Blondell fue casi maternal, la actriz americana sintió de inmediato una gran ternura por esa joven actriz aterrizada en la tela de araña de la producción cinematográfica hollywoodense.
Fue en casa de un célebre crooner italoamericano que Fanny sintió una extraña sensación: tuvo la impresión de que el espacio se transformaba, transportándola a una confitería de Buenos Aires que ella frecuentaba con sus amigas. Ese lugar era la confitería de la calle 25 de Mayo donde tomaba frecuentemente el té escuchando a Rene Cospito y su piano. Ese efecto de teletransportación se repetía sin freno, se desbocaba, dándole a la existencia cotidiana de Fanny una pincelada de verdadera demencia. Las personas que la rodeaban no sabían cómo proceder para sacarla de ese trastorno, de ese desubicado espacio y tiempo, e invitarla a regresar a su realidad.

Fanny pasó los días de filmación encerrada en su camarín rodante decorado con las sugerencias que ella misma dio para simular su habitación en Buenos Aires. Terminado el rodaje, fue conducida de urgencia al aeropuerto con destino a su ciudad natal.
Este episodio es ignorado por los biógrafos de Fanny, pero confirma la posibilidad de que el agua oxigenada necesaria para la decoloración del cabello pueda afectar temporaria o definitivamente las neuronas.
Se non è vero, è ben trovato.