
Metropolis
Metrópolis es el futuro de antes, el futuro que iba a ser. Ahora (o desde lo que nos parece ser el ahora) vemos como antes se pensó nuestro tiempo. Este film nos dice en dos horas y media cómo el pasado se imaginaba que íbamos a ser. También por qué terminamos siendo mucho de eso que nos dice (y peores también). Porque es una obra de arte. Nuestros días tienen poco de artísticos. Encontrar arte en el hoy es una tarea tan ardua como la que afrontó Fernando M. Peña para encontrar la versión completa de Metrópolis.
Este film y todo “el resto del cine”, tanto el bueno como el malo, le ponen sensibilidad a la vida. No importa tanto si esa sensibilidad es buena o es mala en el cine; pero sí importa que sea buena o mala en el mundo. Si es verdad que el arte hace mejor al mundo, es fundamental que haya más Metrópolis en él. Distintas Metrópolis, las Metrópolis invisibles, El futuro que iba a ser y el que es ahora. El futuro que siempre fue, haciendo del presente un lugar mejor.
Al musicalizar la película en vivo intentamos, mediante el potencial de no-temporalidad de la música, jugar a conjugar el futuro que fue, lo que pasó antes, lo que pasa ahora, lo que va a pasar en algún momento, lo que va a pasar siempre, lo que no va a pasar nunca y lo que siempre pasó con el “ahora estoy teniendo la experiencia de vivir la película”. También nos permitimos que pase lo que nunca podría pasar. Ponemos a disposición del espectador “algo” de qué agarrarse mientras ve la película. Un ancla emocional con el ahora.
Desde hace más de treinta años, con la National Film Chamber Orchestra intentamos conectar lo que pasa en la pantalla y lo que pudo haber pasado, lo que podemos tocar y lo que podríamos haber tocado con lo que ojalá dejara de pasar hoy en el mundo. Junto a amigos y compañeros de música, Matías Mango, Fito Páez, Fernando Samalea, Ulises Butrón, Charly García, Santiago Vázquez y tantos otros, hacemos lo que podemos para que la experiencia de ver cine en fílmico siga existiendo en Buenos Aires.