La letra moderna
Estrenada en 1969, Invasión, de Hugo Santiago, fue un film único, como otros productos de la cultura argentina: El Eternauta, de Héctor G. Oesterheld; Operación Masacre, de Rodolfo Walsh; Los pichiciegos, de Rodolfo Fogwill. Todos sus creadores tuvieron carreras ricas y complejas, pero esos títulos se volvieron a la vez sintéticos de su energía y legendarios o de culto con el paso del tiempo.
El afiche de la película se insertó con su propio estilo dentro de una tripulación ya conformada por Borges y Bioy Casares, el fotógrafo Ricardo Aronovich, la música y sonidos de Edgardo Cantón, las actuaciones centrales del músico Juan Carlos Paz, Olga Zubarry, Lautaro Murúa y un vasto elenco secundario. Lo diseñó el griego Juan Andralis, que llegó muy joven a Argentina. Más tarde se fue a Europa y allí fue uno de los integrantes del grupo surrealista dirigido por Bretón. Ya de regreso, se interesó cada vez más en la tipografía. La modernidad fresca del afiche aún hoy depende justamente de los tipos de letra elegidos, las palabras escasas (en negro, informativas) y un recorte de la cara de Murúa sobre el cual se destaca en rojo el nombre del film, en un tipo de letra grande bien distinto al de los nombres en negro.
La imagen destaca los ojos mirando desde abajo, al acecho, aunque sólo se ve plenamente uno de ellos, y un mechón de pelo despeinado. La relación ancho y altura tiene cierta tensión oculta, que es auxiliada y a la vez suavizada por las puntas redondeadas de esa imagen.
Una extensa entrevista de David Oubiña al realizador, incluida en una edición especial que el Malba realizó en dvd, permite reconstruir el proceso de guionado y filmación de la película. En ella Hugo Santiago, convertido casi en la imagen misma de un director europeo (con chambergo blanco a la italiana), narra, como si lo estuviera volviendo a vivir, el proceso lento y minucioso del guión, elaborado día a día, y frase a frase, en un cuarto de la Biblioteca Nacional con Jorge Luis Borges (Bioy Casares había emprendido un largo viaje a Europa con Sivina Ocampo). Pocas veces se cuenta con un relato tan apasionado y a la vez informativo, que Oubiña convirtió en un río sin orillas, al eliminar las preguntas.
El film tuvo dos finales. El segundo adquirió ribetes proféticos, con Olga Zubarry entregando armas a los jóvenes que heredan la rebelión de los mayores, sistemáticamente eliminados en imágenes y sonidos de extraordinaria complejidad, belleza y dibujo de la acción. El último, al recibir el arma, avisa: “Ahora nos toca a nosotros, pero tendrá que ser de otra manera”. La banda sonora incluía chirriantes cantos de pájaro que preanuncian la muerte, o sonidos electrónicos que semejan los gritos o aullidos de animales inciertos y macabros. A su vez un anuncio de la época, en el mismo sentido, anunciaba:
“La imaginación toma el cine // Invasión / Un film líder // Venga a luchar al Cine Hindú // El nuevo cine argentino declara la guerra”.